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En su libro “Knowmads. Los trabajadores del futuro”, Raquel Roca expone una realidad de la trabajadora o trabajador del futuro, defendiendo que quienes mejor se adapten al entorno laboral cambiante en el que vivimos son quienes adopten cuanto antes una mentalidad “knowmad”.

Este neologismo, que combina las palabras “know” (conocer) y “nomad” (nómada), incorpora algunos elementos que son fundamentales en la Sociedad del Conocimiento, como la flexibilidad (espacial, temporal, contractual) y las habilidades personales o “soft skills” (innovación, capacidad de aprendizaje, trabajo en equipo, liderazgo, comunicación,…), situándolos a la misma altura que los conocimientos técnicos. Supone también poner mucho más en valor el concepto de “marca personal”, que irá acompañando a las y los nómadas del conocimiento a lo largo de sus itinerarios profesionales.

Habrá quienes estén o no de acuerdo con lo que expone Raquel Roca. Yo sí lo estoy. Sin duda, creo que la “filosofía knowmad” ha venido para quedarse, siempre que realmente estemos preparados para aprovechar plenamente su potencial de valor. La pregunta es: ¿están nuestras organizaciones preparadas para esta nueva realidad?

Knowmads - Los trabajadores del Futuro
La respuesta no es fácil, porque son muchas las implicaciones que se derivan de un mayor peso de las y los nómadas del conocimiento en nuestros mercados de trabajo, comenzando con una tendencia a generar nuevas realidades de autoempleo (en este caso más por oportunidad que por necesidad) y a consolidar la tendencia a organizaciones con una menor dimensión estructural, aunque más ricas en la generación de redes de colaboración. Ya no hablamos de “falsos autónomos” que tienen que aceptar unas condiciones precarias porque, al no ofrecer un servicio con alto valor, no tienen capacidad de negociación. Por el contrario, hablamos de personas que eligen una manera de trabajar por lo que ésta les aporta en términos de retribución, libertad y desarrollo profesional, confluyendo todas estas variables en su concepto de “satisfacción”.

¿Qué pueden hacer las organizaciones para responder a esta realidad y competir por contar con el talento de las y los mejores nómadas del conocimiento? Desde luego, comenzar por avanzar hacia la misma flexibilidad de la que antes hablábamos. Flexibilidad para identificar el talento, para negociarlo y atraerlo y para conservarlo, teniendo en cuenta la dificultad extra que significa todo esto en un ámbito de relaciones fundamentalmente mercantiles. Sin duda, esta nueva realidad de trabajo colaborativo aporta mucho valor en términos de conocimiento y capacidad de innovación a las organizaciones para las cuales presta sus servicios, pero tiene un importante coste en términos de tiempo y esfuerzos de negociación.

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